ACIMA asistió al seminario organizado por ACCES INFO sobre la regulación de los lobbies. En el participaron asociaciones y colectivos ciudadanos interesados en aprender a hacer lobby y en proponer medidas legislativas que sirvan para contrarrestar la influencia de los poderosos en el diseño de políticas y leyes.
El seminario fue financiado por la Unión Europea, dentro del programa EU Citizens y se desarrolló en septiembre en Navacerrada (Madrid) y en Barcelona, en noviembre del 2012. Con las conclusiones de ambos seminarios ACCES INFO lanza una campaña a favor de la regulación ética y la transparencia del lobby en España y en Europa.
Durante el seminario tuvimos la ocasión de conocer las técnicas de los grupos de presión – o lobistas – con el fin de aplicarlas para el fomento de la participación ciudadana en el proceso de toma de decisiones en defensa del interés general.
Lo que más me llamó la atención es la gran diferencia entre el lobby ciudadano actual – magistralmente expuesto por Avaaz – y el lobby tradicional de empresas y grupos de interés empresariales o económicos, expuesto por el vicepresidente y fundador de Asociación de Profesionales de las Relaciones Institucionales ( vease “lobistas”). Diferencia no sólo en los objetivos y medios, sino en la cultura y visión del mundo tan distinta expuesta por los presentadores.
Así, mientras el lobby ciudadano de AVAAZ (o de otros medios semejantes como CHANGE, OIGA.ME, etc) facilita instrumentos o sistemas abiertos a la participación de cualquiera, en pro de un interés general (aunque se manifieste con ocasión de un caso concreto), el lobby tradicional se genera desde un sistema cerrado y excluyente pues su objetivo es satisfacer las necesidades o intereses – legítimos – de ese grupo o corporación particular, sola y exclusivamente.
Todo un ejemplo de cómo están conviviendo el viejo y el nuevo paradigma.
El lobby ciudadano utiliza medios gratuitos facilitados por Internet y otros medios de comunicación, mientras los grupos de presión tradicionales utilizan su propio departamento de expertos en relaciones institucionales y otros medios nada transparentes, con el riesgo de sospecha de incurrir en tráfico de influencias que ello comporta.
Y es que también aprendimos, que hacer lobby no es una conducta reprochable – aunque el nombre tenga connotaciones peyorativas- pues bien regulado, el lobby es necesario como medio de hacer llegar a los políticos los intereses y los problemas de la sociedad que administran, de una forma directa y eficaz.
Por eso, para la protección de la propia institución y para que la sociedad civil pueda disponer de más instrumentos de participación, es necesaria una regulación en la que la transparencia sea la regla básica fundamental a partir de la cual se organice y se lleve a la práctica toda actividad de lobby. De esta forma no se podrá poner en tela de juicio la legitimidad de un lobby, y será responsabilidad de aquellos cuyos intereses se vean perjudicados por la actuación” lobista”, si no supieron hacer llegar sus pretensiones contrarias al responsable de tomar la decisión de que se trate, a tiempo, y de forma que éste pueda sopesar todos los intereses en juego.
La propuesta de ACIMA incluía la necesidad de que toda actuación lobista tomara en cuenta en su propuesta los intereses contrarios que se verían afectados o los perjuicios que podrían comportar, junto con los beneficios que se esperaban conseguir. Esto no fue aceptado ni comprendido por el representante de la Asociación de Profesionales de las Relaciones Institucionales, probablemente por esa diferencia de visión o de paradigma. Mientras nosotros pensamos, conforme al nuevo paradigma y al convenio de Aarhus , que incluir en el debate a las posturas contrarias facilita la adopción de mejores decisiones , su mejor aplicación y eficacia, la visión que hasta ahora ha dominado concibe el mundo, en este ámbito, como una lucha de intereses particulares y contrarios en la que cada uno ha de buscarse la defensa de los propios . En esa guerra de conflictos el más poderoso es el que gana.
Por el contrario, conforme al nuevo paradigma sólo cuando uno ha escuchado las opiniones contrarias a una pretensión, y pesar de ello la sostiene y sabe hacer ver sus ventajas, que su pretensión gana más fuerza y poder para imponerse y transformar la realidad, pues toda situación injusta a la postre se reequilibrará de algún modo, con el riegos de caer en posturas extremas, y contrarias al fin pretendido, como reacción.